Con total humildad, parafraseando al eximio poeta chileno Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, más conocido como Pablo Neruda, de su obra «El libro de las preguntas» [publicado en 1974] la situación presente en el mundo podría llevarnos a recitar locamente otras palabras pero con la misma música, sobre las incógnitas del escenario actual. Son preguntas tan complejas, a las que respuestas, no nos animamos a dar.
Quién califica a los calificadores,
que señalan con sus letras a los deudores?
Quién audita a los auditores,
que no denuncian los errores?
Quién juzga a los juzgadores
que se erigen en acusadores?
Quién ejecuta a los ejecutivos
por sus métodos intuitivos?
Quién emprende a los empresarios
que engañan con títulos varios?
Quién financia a los financiadores
para cubrir con dinero los sinsabores?
Cómo viven los políticos
con recursos solo míticos?
Quién preside a los presidentes
por sus respuestas tan renuentes?
Quién aboga por los abogados
que defienden hasta a ahogados?
Quién suministra a los ministros
material para su administro?
Quién regula a los reguladores
por sus yerros y sus errores?
Por quién doblan las campanas
si todas son ilusiones vanas?
Tenemos todas nuestras palabras aprisionadas de preguntas a las que la sociedad compleja no les atribuye respuestas. Quedan conceptos sin definir, y responsabilidades sin acotar. Y de esta forma no hay posibilidad de evitar el camino que nos dirige de la complejidad al caos.
Cuando tus palabras no son más importantes que tus silencios, entonces, calla.
© Alfredo Spilzinger