Hace cuatro años el Fiscal Argentino Dr. Alberto Nisman era asesinado y lamentablemente su cuerpo aun no descansa en paz. Y no descansa porque la investigación sobre la autoría de ese hecho brutal sigue el camino de la desaparición forzada.
Se trataba de un Fiscal de la República que había adelantado verbalmente la denuncia que efectuaría en el parlamento contra los titulares del Poder Ejecutivo Argentino de ser activos participantes del ocultamiento de uno de los mas grandes ataques a la población argentina. La explosión ocasionada a la mutual argentina AMIA que costó la vida a 85 argentinos y dejo heridos a más de 300, muchos de ellos con discapacidades permanentes. Algunos estaban dentro del edificio trabajando y otros simplemente eran transeúntes que pasaban frente a él.
Se crearon, inventaron y promovieron toda clase de obstáculos para que la verdad sobre el asesinato no quedara al descubierto. Y los responsables de ese vil accionar lo lograron hasta ahora. Obviamente me refiero a quienes estaban en ese momento en ejercicio de las funciones ejecutivas del gobierno argentino y que obviamente tienen necesidad que el parlamento y por supuesto los argentinos desconociéramos la denuncia que el Fiscal debía hacer pocas horas antes de su asesinato.
Y escribo estas líneas con el dolor de alguien que, por simple cambio de agenda, no estuvo en la reunión que debía realizarse a las 9 de la mañana en la sede de la una reunión AMIA ese 18 de julio. Y por ello no estoy yo en la nomina de las víctimas mortales.
Por esa razón es que me asiste el derecho de no dejar pasar el recuerdo de ese 18 de enero de hace cuatro años, cuando quien podía descubrir las maniobras entretejidas para conocer la verdad, fue vilmente asesinado.
Pero lo mas dramático del caso, es que los autores y sus cómplices de ese asesinato, siguen transitando libremente por las calles de Buenos aires, o de otras ciudades del planeta, y quizás se sienten al lado mío en alguna mesa de un café. Pero aun peor, muchos de los responsables todavía se entusiasman con volver a ser miembros del Ejecutivo Argentino, y arman conciliábulos para presentarse como candidatos a las próximas elecciones presidenciales.
Y para ello utilizan grandes manifestaciones de gente que movilizan, quienes con seguridad desconocen el atentado a la AMIA, la muerte del Fiscal Nisman, los contubernios para un imponer un plan de paz con un país enemigo, y los argentinos muertos. Estamos frente a un país que carece de memoria o qué hace lo imposible para que buena parte de los 46 millones de habitantes la desechen. Pero todos son ciudadanos con derecho a voto y seguramente elegirán los candidatos de acuerdo con las promesas de subsidios que reciban.
Argentina, es un país que ha sido signado desde hace ya 70 años por asesinatos impunes. Baste recordar a Jose Rucci, Augusto Timoteo Vandor, Carlos Menen jr. (nada menos que el asesinato del hijo de un presidente en ejercicio), la embajada de Israel, la Amia, el holocausto de Cromagnón, la tragedia de Once, Alberto Nisman. ¿Quién será de nosotros la próxima víctima ?
Tuvimos una época en la historia de nuestro país en la que aquéllos que se rebelaban contra la corrupción, tomaban la decisión de acabar con sus vidas. Leandro Nicéforo Alem, Lisandro de la Torre. Leopoldo Lugones (aun sin coincidir en absoluto con su historial político) asumieron su responsabilidad y la pagaron con sus propias vidas. No es esto un elogio al suicidio, todo lo contrario. Pero al menos quienes lo hicieron sintieron alguna responsabilidad que quisieron lavar, ignoto hecho que hoy se ignora.
No obstante ser nuestro país quien ostenta una proporción elevada de suicidios por habitante (14,2 por 100.000 habitantes según la OMS) evidentemente esta proporción no incluye a gobernantes sino a simples ciudadanos que sufren la frustración de un país que no encuentra su razón de ser en el planeta.
Vivimos sin lugar a dudas una crisis existencial. El poder corrompe, y hemos tenido poder por muchos años y por ello tenemos un plan de país que pueda resolver la pregunta sobre cuál es nuestro lugar en la vida. La mayoría de los argentinos no saben por qué estamos cómo estamos, o al menos no lo quieren saber. No están de acuerdo con ninguna solución, y pretenden vivir sin que ello les demande mucho esfuerzo. Y las muertes ocurridas son siempre de los otros y responsabilidad de alguno, normalmente del gobierno, y ello no les incumbe.
La memoria del Fiscal Alberto Nisman, se irá lamentablemente diluyendo para ser sólo materia de una historia argentina de decepciones.